En los últimos años, la tecnología ha pasado a formar una parte muy importante de nuestras vidas y también en las industria logística. En el caso del transporte, que un camión se conduzca por sí mismo es posible, pero en determinados lugares y bajo la supervisión de un conductor.
Hay diversas funciones en las que la tecnología no puede sustituir al transportista, sin embargo, la conducción autónoma podrá reducir los tiempos en las rutas más largas en la que el conductor de camiones deberá descansar, suponiendo un gran ahorro de tiempo y mayor rentabilidad para las compañías de transporte. En los trayectos internacionales el camión autónomo tendrá mayor impacto, reduciendo los tiempos y costos. Pero hay dos funciones esenciales en ruta que, de momento, deberá seguir realizando el conductor:
Movilizarse al punto de carga y descarga por autopistas y polígonos industriales. El camión autónomo podrá circular sin problema por autopistas, pero podría ser un problema conducir por polígonos, donde hay escasa señalización y un difícil acceso. Ahí necesitará la ayuda de un conductor para maniobrar el camión debido a sus dimensiones.
Otro de los casos son las plataformas logísticas en las que se accede a una hora específica y en las que mientras el camión debe esperar en un lugar adecuado. Esto dependerá de la experiencia del conductor.
Cargar y descargar la mercancía. Aunque la carga y descarga debe realizarse con máquinas, en algunas ocasiones es el mismo transportista el que se encarga de esta parte del trabajo.
Comprobar la mercancía, firmar la documentación correspondiente, que la carretera esté cortada por diversos motivos, el mal tiempo, tráfico y el estado del vehículo, son situaciones en las que el personal humano es irremplazable.