Si te consideras un amante empedernido del mundo de los camiones, deberías saber que lo serás aún más cuando conozcas la historia que gira en torno a éstos.
Los camiones surgieron para cubrir una necesidad básica de la época: desplazar todo tipo de cargas. Esta función, hasta entonces, era realizada por animales que se encargaban de mover los carros pesados. Más tarde llegaron las primeras tractoras que sustituyeron a los de tracción animal. Los primeros orígenes de la historia del camión se remontan a 1896, cuando fue construido el primero de ellos de la mano de Gottlieb Daimler. Este camión, que poseía un motor de dos cilindros y 4 caballos de fuerza, estaba inspirado en las máquinas de vapor de siglo. Su cabina quedaba al descubierto al igual que el compartimento dedicado a la carga.
Sin embargo, no sería hasta 1900 cuando se comenzó a modernizar y aplicar cambios al camión inicial, entre otros: los bastidores de acero sustituyeron a los de madera, los sistemas de frenos fueron mejorados, se fabricaron motores con mayor potencia, se normalizó el uso de neumáticos pese a seguir contando con ruedas de madera y aparecieron las conocidas cabinas.
Durante ese mismo año, Karl Benz se encarga de construir una familia de camiones pesados. El modelo con mayor potencia poseía una carga útil de cinco toneladas y un motor de dos cilindros y 14 caballos. Posteriormente el ejército de Estados Unidos desarrolla los “camiones subvencionados” proporcionando ayudas y subvenciones a aquellos que deseasen adquirir uno, eso sí, siempre y cuando el comprador se comprometiese a ofrecer su camión si estallaba un conflicto bélico.
El avance de los camiones desde sus orígenes hasta la actualidad es evidente, y que el día de mañana estos seguirán progresando a pasos agigantados, también.